Cuatro visiones de Matera y del festival Energheia
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Alejandro Solozábal, ganador del año 2012
Antes de mi paso por Energheia, apenas habría sabido ubicar en un mapa ese pequeño punto llamado Matera. Ahora, es un lugar en que sitúo unos recuerdos muy especiales, a los que vuelvo a menudo, y que simbólicamente representa el lugar del cambio, incluso el punto de partida. Matera significó para mí la culminación de un proceso de descubrimiento, no sólo de una vocación, sino de la posibilidad de hacerla real, de palpar sus frutos y compartirlos. No puedo sino sonreír al pensar en su gente, abierta y sonriente, volcada en la cultura en los tiempos en que es más duramente menospreciada, y más necesaria. Lo gradezco, agradezco el empeño, el cariño y la calidez: de todo ello se componen las imágenes inolvidables de mi pequeña huella en Matera, y conservo vivo ese tesoro en las amistades que hice. Y agradezco, con permiso, la comida: no recuerdo haber comido tan bien durante unas pequeñas vacaciones en mi vida.